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Collidor de naranja

Recuerdo en mi infancia hace ya bastantes años a mi abuelo. Un hombre curtido en el campo al igual que su padre y el padre de su padre. Llegaba la época de la recolección de la naranja y en ese momento los esfuerzos hechos en sus propias tierras pasaban a un segundo plano. Ahora se trataba de introducir en la familia ingresos en efectivo.  Salía a las cinco de la mañana de casa para ir a la típica taberna del pueblo donde iban los contratistas a por los recolectores. Ellos sabían que ahí había sabias y expertas manos que iban a dejarse la piel seleccionando los mejores frutos y tratándolos con el cariño que sólo esas manos sabían hacerlo. Así mismo, los agricultores sabían que ahí estaba la fuente de ingresos en efectivo e inmediatos (se pagaba el jornal al día) que tanta falta les hacían al acercarse el invierno. Allí mismo, en la taberna, después de hacerse la típica “cassalla” (anís seco con muy alto porcentaje alcohólico) cogían sus mulos y se dirigían a las fincas donde había que recolectar la naranja. Tradicionalmente el método de cobro era a destajo. Se cobraba tanto por tantas arrobas recogidas. Todos trabajaban como fieras para poder llevar un digno jornal a casa.

La recolección no era ni es un método mecánico en el cual todo lo que se encuentra se corta y va al capazo. La recolección es algo más; el agricultor selecciona las que están en le momento óptimo de maduración, las que están por fuera del árbol y las que están en la parte del árbol orientado hacia el sur. Ahí están las primeras naranjas. Después, en posteriores recolectas, se van introduciendo en el interior del árbol y van recolectando las naranjas de la parte del árbol que da hacia norte noreste. Así la calidad del fruto y sus niveles de azúcar en jugo son excelentes a lo largo del periodo de recolección. Terminada la larga jornada de trabajo, los agricultores pasaban por el capataz (denominado en Valencia “cap de cuadrilla”) para cobrar su salario. Este era calculado a razón de las arrobas recogidas.

Recuerdo que llegaba a casa cansado pero con el salario en el bolsillo, allí recogía sus bártulos y se iba a sus propios huertos y sembrados a cuidar sus cosechas. A parte de los naranjos, recuerdo que tenía tierras arrendadas en las que cuidaba cacahuetes, lechugas, patatas, tomates, judías, habichuelas, berenjenas, etc. Siempre recuerdo la vuelta del abuelo a casa al anochecer, con el capazo lleno de jugosas hortalizas, ¡que bien olía aquello! La sensación olfativa es la que todavía puedo sentir cada vez que mi padre viene a casa del huerto.

Un día cualquiera de “collita” podía ser así, excepto el día que le tocaba a él recoger sus propias naranjas. Ese día era, digamos, el de la “paga extra”. Recuerdo a mi abuelo junto al pesador, controlando los cajones y el peso para que todo cuadrara perfectamente. Ese día era mi abuelo el que pagaba el vino a los recolectores a la hora del almuerzo. El día era como una fiesta, nos acercábamos todos al huerto. Recuerdo a mi abuela incluso por dentro del huerto recriminando a los “cullidors” que se habían dejado esta u otra naranja, recogiendo las que se les habían caído al suelo o colando en el capazo alguna que otra no tan perfecta. Al final de la cosecha se apuntaban las arrobas recogidas y se multiplicaban por el precio pactado. A esa cantidad había que restarle el 2% de corretaje que ganaba el corredor de naranjas. Esa figura me parecía a mí que simbolizaba el poder, él decidía si se te compraba la naranja o no, él era el que te compraba la cosecha a “ojo” (tanto dinero por toda la cosecha) o te la compraba a peso, él era también el que te la pagaba y al que debías invitar en el bar para que al próximo año se acordara de ti a la hora de comprar las naranjas.

Hoy día todo es parecido pero nada es igual. Sigue la figura del corredor, siguen los grandes almacenistas de fruta que mueven por millones las arrobas pero lo que ha cambiado es que ahora el agricultor no puede vivir, se abandonan los campos de cultivo y con ello gran parte de la economía valenciana. Esto es debido a que el agua es más cara, los abonos y fertilizantes son mucho más caros, en parte provocado por que la unión europea exige unos estándares de calidad y ecología que sólo las grandes firmas son capaces de conseguir.

Los almacenistas tienen que subir sus márgenes comerciales ya que la luz, los impuestos, la mano de obra y los estándares de calidad exigidos para la exportación son muy caros de conseguir y mantener. Dichos almacenes tienen que hacer frente a grandes pedidos en momentos puntuales y cuando se lo exige el mercado, por ello suelen recolectar la fruta y mantenerla en sus cámaras frigoríficas con una atmósfera artificial para mantener el grado de maduración y de azúcares exigidos. Limpian la naranja con productos abrillantadores y colorantes, las encajan en cajas muy bonitas y muy bien presentadas. Todo esto vale mucho dinero y encima tienen que hacer la competencia a naranjas importadas de Marruecos, Brasil, Argentina y otros países africanos que muchos de ellos no cumplen con la calidad ni con los salarios ni condiciones laborales dignos de sus trabajadores. Haciendo el cálculo simple y rápidamente, ya se imaginan de dónde salen los márgenes, está claro, del agricultor. Qué obtiene el consumidor, pues naranjas cada vez más manipuladas, eso sí con “rimbombantes” ISO, UNE, CE pero con menor frescura, sabor y aroma.

En naranjatradicional.com procuramos que nuestras naranjas sean como antaño y que el consumidor pueda disfrutar de una naranja en perfecto estado de maduración, natural y recién recogida del árbol. Tan seguros estamos, que tenemos los huertos marcados en Google Maps y con grandes carteles para que nuestros clientes puedan verlos en directo. Tenemos clientes habituales que en un viaje a Gandía han visitado nuestros huertos y han podido disfrutar incluso de recolectarse ellos mismos sus naranjas.

Esto beneficia tanto al productor como al consumidor, ya que el agricultor percibe un precio justo por sus productos que le permite seguir produciendo la naranja  de calidad, y el consumidor disfrutar de naranjas sin tratamientos químicos y maduradas en el árbol.